sábado, 7 de noviembre de 2009

Sábado, 5.30 de la mañana, hora inusual para estar despierta en ese día, pero bueno, ese día en general tenía que ser, por fuerza, inusual. Con un abrigo, una bufanda y el cabello sin peinar subí al auto y me puse en camino hacia el aeropuerto. Mientras manejaba, no pude evitar pensar en todas aquellas cartas que jamás me contestaste y en todas esas llamadas que nunca te hice. Nuestra ingenuidad nos hizo creer que seriamos más fuertes que el tiempo y la distancia, ahora, sintiéndome un poco tonta, puedo ver que estábamos muy equivocados. 7 años lejos es toda una vida.

Mi cigarrillo se consume lentamente y no consigue calmar la ansiedad que crece e invade toda la sala de espera. Aun no se qué hare al verte de nuevo, en aquel lugar donde me despedí de ti entre lagrimas y promesas, como hare para decirte que el tiempo y la vida me han dejado nuevas cicatrices y que ya no soy la misma que te amo y juro que te esperaría. Las cosas no son siempre como uno las planea, el amor se acaba y la vida sigue, ya no soy tu niña…y lo siento, ya no creo en los romances eternos ni en los amores para toda la vida.

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