Sábado, 5.30 de la mañana, hora inusual para estar despierta en ese día, pero bueno, ese día en general tenía que ser, por fuerza, inusual. Con un abrigo, una bufanda y el cabello sin peinar subí al auto y me puse en camino hacia el aeropuerto. Mientras manejaba, no pude evitar pensar en todas aquellas cartas que jamás me contestaste y en todas esas llamadas que nunca te hice. Nuestra ingenuidad nos hizo creer que seriamos más fuertes que el tiempo y la distancia, ahora, sintiéndome un poco tonta, puedo ver que estábamos muy equivocados. 7 años lejos es toda una vida.
Mi cigarrillo se consume lentamente y no consigue calmar la ansiedad que crece e invade toda la sala de espera. Aun no se qué hare al verte de nuevo, en aquel lugar donde me despedí de ti entre lagrimas y promesas, como hare para decirte que el tiempo y la vida me han dejado nuevas cicatrices y que ya no soy la misma que te amo y juro que te esperaría. Las cosas no son siempre como uno las planea, el amor se acaba y la vida sigue, ya no soy tu niña…y lo siento, ya no creo en los romances eternos ni en los amores para toda la vida.
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