Ya no hay remordimientos. Esto tan trillado, todos mis fracasos, todos mis fracasos con él, con el otro, con el que le precedió a ese. Esto tan vivido, y un dolor que siempre me abraza, que ahora me aburre.
Duermo en este pequeño cuarto, escenario de muchos derrumbes, y la cama silenciada, cómplice irrestricta de algunos “floreceres” y otras (varias más) huídas fallidas. En aquel sueño yo era una palabra pronunciada y me iba, liberada al fin, cumpliendo mi encomienda. Ahora quisiera ser palabra.
Wow, me latió tu entrada al mil, esa cama tiene muchas historias
ResponderEliminar