jueves, 12 de noviembre de 2009

A primera vista

Mis pasiones, la cerveza, el psicoanálisis y las mujeres, mi nombre, Jonás. Mi concepción del amor y de la vida en general son bastante peculiares e… incomprendidas, por decirlo de alguna manera.

Mis momentos de mayor galanura están invariablemente ligados a un estado etílico que no siempre suele agradar a las féminas que pretendo ¿que se le va a hacer? Las sociedades no siempre están preparadas para las personas como yo. Sin embargo no soy de aquellos que desistan con rapidez, a decir verdad la persistencia es una de mis cualidades y siendo yo insistente, he llegado a tener gratas recompensas. En fin, la vida y sus trampillas siempre nos tienen preparadas diversas situaciones románticas y agridulces como la que ahora les voy a platicar.

No recuerdo con exactitud como es que llegue a aquel lugar, mi memoria comenzó a trabajar a partir de que pude verla a lo lejos, platicando con su grupito de amigas, tenia una cabellera hermosa y una sonrisa angelical, de sus curvas, mejor ni hablar. Me acerque a ella y su escote me dijo que estaba hecha para mi. Supongo que su timidez la hizo saltar de su asiento y perderse entre la gente al ver que me dirigía hacia ella, pero poco me importo, estaba decidido a hacer de esa chicuela mi mujer.

Espere mejor ocasión para lanzarme sobre mi victima y cuan tenaz cazador que soy, no perdí a la victima de vista. Pasaron las horas y se consumieron las botellas, supe entonces que era mi momento. Desafortunadamente la suerte no esta siempre de mi lado y aunque ya estaba ella un poco “Happy” no logre seducirla del todo.

Se evaporaron los días y las borracheras, pero no su recuerdo. La vida con sus trampas y laberintos me llevo a encontrármela en nuevas reuniones sociales, muchas veces me acerque a ella y muchas veces me rechazo, aun estando yo en posición de librar cualquier alcoholímetro que me pusieran enfrente. Esa mujer con tal actitud, era ya un reto, una obsesión. A veces se gana, a veces se pierde y en esta relación, siento yo, hubo un poco de ambos. Sólo unas pocas palabras llegamos llego a dedicarme mi musa: “no quiero que vuelvas a llamarme por teléfono, me aterroriza sólo de pensarlo" y desde entonces no olvido ni el color de su voz si el ritmo de su respiración.

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