lunes, 22 de febrero de 2010

Dicen que las langostas son muy ricas

Si yo fuera una langosta con capacidades intelectuales humanas y estuviera a punto de ser hervida viva, pensaría que los que hacen inminente ese hecho son unos bárbaros salvajes. Condenaría sus actos y apelaría a algún tipo de derecho langostino.
Sin embargo soy un humano, y aunque nunca he probado las langostas, dicen que son deliciosas.
Teniendo como base, pues, el hecho de que pertenezco a una especie más poderosa y desarrollada, me queda claro que tengo el poder [capacidad de hacer] de hervir a las langostas que quiera. ¿Por qué? Porque puedo hacerlo y no hay derecho que me lo impida. Y aun suponiendo la existencia de un derecho langostino, ¿Por qué habría de cumplirlo si no posee un aparato coercitivo poderoso que lo ampare?, es decir, ¿Acaso hay un ejército de langostas con armamento nuclear o una policía con gases de intoxicación que respalden tal derecho y me obliguen a respetarlo? No en este mundo.
Lo mismo aplica desafortunadamente en los humanos. En el pasado grupos de humanos más poderosos (piénsese económica y militarmente cuando se habla de poderío de pueblos) que otros los sometieron y esclavizaron, sin que los segundos pudieran hacer nada. Algunos lucharon, pero finalmente fueron sometidos.
Ahora pensemos en los Estados actuales, los cuales tienen en su interior un sistema jurídico amparado por un poder coercitivo el cual hace respetar la ley (aunque eso no suceda en México). Este sistema no aplica hacia lo externo. No existe un poder coercitivo que haga respetar el derecho internacional, lo único que existe es un frustrante "rechazo internacional". Estados Unidos, por ejemplo, desobedeció una orden de la ONU de no invadir Irak. ¿Por qué? Porque tiene el poder de hacerlo.
Empero no todo es terrible, desde los antiguos ya se consideraba algo que puede impedir que la injusticia suceda: la ética. Desafortunadamente el cumplimiento de esta es opcional.
La sociología política -mal llamada ciencia política- reconoce que en última instancia es el poder como capacidad de obrar el que es el determinante para el curso de los hechos. Y es esta visión -cierta aunque ausente de toda conciencia moral- la que a mi parecer promueve los hechos más horrendos: abuso, imposición, autoritarismo, guerra, muerte y destrucción. Las pasiones no son tan buenas como creíamos.
Sigo a Freud en la creencia de que poseemos pulsiones originarias de muerte, pero también creo en la capacidad de la cultura para sublimarlas con el poder de la educación y la razón.

4 comentarios:

  1. Jeje, "Hablemos de Langostas" de David Foster Wallace te podrá interesar, no trata de langostas claro.
    Esta muy bueno el blog men; aunque difiero un tanto al final de tu escrito, yo no creo que se puedan siquiera limitar estas pulsiones, menos aún con la razón, es tan nuestro el abuso y la guerra que se sostienen por esta misma. Me parece que es importante olvidar ser portadores y profetas del buen pensar. Mi humilde opinión maese. Cuídate, y pues estaría chido participar en este cotorreo... saludos..

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  2. Que chingón que te haya latido el blog wero, en corto te mandamos la invitación pa que participes, me latería leerte. Pues saludines y ojalá esta semana santa se nos arme Zipolite y Maruata.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me ponen tristes algunas posturas... pero qué... siempre me pone triste la realidad jaja... ya, ya fuera agüitadez! Igual la vida tiene sus momentos! jaja

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