Sigo leyendo mis cuentitos, los recortaba del periódico, del suplemento de los domingos. El autor de esas notas tan breves me sacaba los mayores suspiros que recuerdo, y miren que mi vida ha sido ya muy transitada. Parecía que de aquellas líneas brotaban sus labios contándome cada historia, detalle a detalle, mostrándome los aromas, las texturas y los sonidos que describía. Era el consuelo de aquellos tiempos difíciles. Al final del cuento, podía volver a la realidad leyendo las noticias o mejor, podía ignorarla y proveer a mi cama de un poco más de cobija de papel.
Guardaba cada día unos pesos para comprar el periódico, sólo el de los domingos. Ahora las cosas son peores, ya no puedo pagarlo y pienso en las historias nuevas que no conoceré. Se ha esfumado mi lealtad pero… ¿acaso él me extrañará?
Yo no catalogaría eso de deslealtad ni infidelidad.
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