Mi nombre es Feliciano y yo sí soy un vato solitario. Solía decírselo a toda la gente.
"¡Feliciano!", me gritaba la maestra en aquella primaria de Querétaro. Y yo le respondía: "Soy muy solitario". Eso fue en 1994.
"Feliciano, ¿por qué estás tan triste? Tu nombre es Feliciano, la felicidad es la raíz de tu naturaleza", me decía mi tía Guadalupe. Yo le respondía: nada. No me acuerdo de las fechas.
Un día decidí mudarme a México D.F., pero no lo hice, sólo lo decidí.
Ahora escribo en un blog, es el año 2011.
Qué chingón
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