miércoles, 4 de noviembre de 2009

Conexiones.

"No estoy conectado con el universo" es una frase que Gustavo usó en su entrada del tema 16, comparto esa declaración y cabe mencionar que la compartía también hace cinco años. La diferencia entre emitir esa sentencia hoy y haberlo hecho antes reside en las sensaciones que rodeaban tal enunciacion en ese momento del pasado y las que la rodean hoy, pues lo que antes dije con orgullo satisfactorio hoy lleva una carga nostálgica displacentera. Me explico:

Este es, según mi perspectiva occidentalizada (sí, esa forma de pensamiento que implica la necesidad de controlar, la mirada del que teme a la oscuridad y busca en consecuencia a sus miedos predecir todo suceso alrededor), un mundo de conexiones.
El que teniendo 17 años yo me hallase satisfecho, cual jardinero que puede mostrar los frutos de su obra a los ojos ajenos, al enunciarme un individuo desconectado con su entorno, tiene una irónica explicación: en aquel momento sí me hallaba enlazado con una parcialidad de lo que llamamos "vida" y que renglones atrás denominé (en referencia a Gustavo) "universo", o que mañana mientras ordeno algunos tacos en el puesto de la facultad podría señalar como "mundo"; se me ocurre que lo haría en una oración como: "Alv con esta fila tan lenta, ¿qué pedo con este mundo?".
Esta parcialidad del mundo con la que yo me hallaba en sintonía era posible porque me guiaba por ciertos valores de lo que podría conceptualizar como un híbrido entre valores de la modernidad y la posmodernidad, teniendo como marco "el buen rollo" y principios tales como la búsqueda de la justicia y la libertad, la noble voluntad y el progreso espiritual de las sociedades, creía en un mundo modificable y en mí como actor capaz de contribuir al rompimiento con algunas instituciones que se me antojaban insensatas y dañinas para los ideales de armonía entre los humanitos.

El tiempo ha pasado desde entonces y me he topado en el camino con muchas cuestiones que me han traído, paradójicamente, más confusión que nitidez en materia de autoconocimiento y un sentido de vida; yo solía creer en amores infalibles que dependían de encuentros mágicos, hallé un romance así y este se derrumbó por tediosas monotonías y expectativas sin tino. Tenía fé en la determinación de la mente humana y me topé con obras tremendas cuyos efectos, sin embargo, han servido (al menos en contraste con la visión soñadora peculiar de las juventudes) para poco más que adornar correos electrónicos destinados a lo masivo o camisetas con pretensiones de contagio ideológico. Tras los años, la fé se acaba, pero me queda el azar como lazo común entre acciones y acontecimientos, y el azar (como todo relativismo, creo yo) motiva poco. El azar evita sufrimientos absurdos, mérito indudable, pero por otro lado, el azar anula el destello necesario para disfrutar el instante, pues borra las conexiones que permiten a dar significado y contexto, incluso borra la memoria: Por ejemplo, me he sorprendido a mí mismo en situaciones que antes me parecerían completamente contradictorias a mis ideales, sin darle mayor importancia. Estoy seguro de que el Augusto del 2004 no estaría orgulloso del Augusto actual.

Me encuentro en otro lugar, años después, con varias nuevas cicatrices.

Este es un mundo de conexiones, y (por ahora) no me hallo en conexión con él.

Saludos.

2 comentarios:

  1. En occidente se desarrolló un "modo" de pensar (racional y libertario, diría yo), pero lo maravilloso de occidente es la capacidad crítica de pensar esos "modos". Yo no veo conexiones, veo sistemas (de los que soy -indudablemente- parte).
    La ciencia (positiva, no lo olvidemos) tiene como fin el entender y predecir la realidad para luego aplicar la técnica en nuestro beneficio.
    Me viene a la mente con tu texto autores como Walter Benjamin o Emile Cioran, cuyas condiciones históricas no les favorecieron y escribieron excelentes obras de reflexión sobre la condición humana.
    Aunque yo no soy judío ni vivo en un régimen nazi, en ocasiones me siento "aislado" del "mundo", y es cuando reacciono de forma impredescible y me enojo por estupideces.
    Más tarde me doy cuenta de cosas que "poseo" y que son valiosas para mí. La búsqueda de satisfacciones por sí mismas en realidad te deja insatisfecho al final.
    El Roy de hace 5 años se hubiera indignado con el Roy de hoy: si una máquina del tiempo me hiciera encontrarme con él me hablaría de modos de control y necesidades del país, mientras yo le respondería con un "aliviánate man, mira la chica de allá te está viendo", ea
    En fin man, lo que quiero decir es que aunque no creo en Dios, ni en Obama ni en Lula, creo que la felicidad momentánea que me producen cosas como un chiste tonto pero gracioso, unas chelas con los cuates, ir de rol por oaxaca o estar enredadito en las piernas de una chica :P
    Como diría Malinowski: "No existe ninguna motivación política en mí. No quiero salvar al mundo. No deseo construir un mundo mejor. Sólo quiero vivir en él. Hablar de lo que pasa. Yo no quiero salvar a las ballenas. Soy muy egoísta. Lo que me disgusta son las cosas como, por ejemplo: que se me reviente una llanta al viajar por la carretera y tener que arreglarla..."
    Me gustó tu entrada en general man.

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