Hoy caminaba con la mirada al piso como todos los días, sin embargo, algo era diferente, esa sensación de sentirme pequeñita no me acompañaba.
Cerré los ojos y respiré hondamente, me sentía libre y triste.
Es cierto estoy sola pero a quien le interesa cuándo puedo caminar desnuda sin miradas de enfado o curiosidad incluso sin esas miradas que día a día fueron cambiando… pues de la pasión pasaron a la repulsión ¿a quién le interesa?, ahora soy libre.
Hoy puedo levantar mis ojos y hallarlos frente a ese espejo que tantos años -quizá los mismos que yo- lleva dentro de estas paredes polvorientas, ese gran marco de color plata luce desgastado pero es el espejo de siempre, la imagen que refleja no puede ser otra que la mía -maldito espejo-.
Tal vez sufro de algún mal, de esos que los loqueros -que ahora son psicólogos - se la pasan hablando porque esa mujer que se ve reflejada no puedo ser yo, no, ¡no puedo ser yo!
Mi tiempo transcurrió viendo suelos y pies, mi belleza si es que alguna vez la tuve se fue, como se fue mi amante y todos aquellos que me quisieron y quise.
Ahora soy libre, me pondré a tejer porque correr ya no puedo.
Me gusta mucho tu entrada, y así la vida sigue...
ResponderEliminarDejar ir, dejar fluir. Difíciles son siempre adaptarse a las nuevas condiciones
ResponderEliminarDifícil es siempre adaptarse a las nuevas condiciones*
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